Ni ideología de género, ni ninguna otra cosa


Ahora que está de moda el tema de #NoTeMetasConMisHijos, las marchas en pro de una u otra cosa, y voces que opinan a favor o en contra del mismo, considero adecuado escribir unas líneas respecto a este tema tan controversial como poco comprendido. Sin embargo, antes de seguir adelante, quisiera mencionar que éste no es un escrito para defender, ni atacar a grupo alguno, es un escrito para defender la libertad desde la perspectiva que considero más adecuada, y que ha sido causa de mis acciones desde hace ya casi 20 años, la libertaria.

Te pido adicionalmente, de que antes de empezar a hacerte ideas sobre lo que viene y con ello tomar posiciones desde las cuales realizar la lectura, primero leas detenidamente lo que aquí voy a decir, y luego, lo proceses como lo que es, una opinión serena y respetuosa que intenta de manera reflexiva mostrar un punto que considero en extremo importante para enfocar mejor el debate sobre este tema.

Expreso además, que el autor de estas líneas parte de la presunción de honestidad de las partes involucradas en este diálogo abierto, y además, asume de manera sincera de que quienes intervienen en él, son personas que en términos generales creen en la idea de vivir en un mundo mejor, donde el respeto y tolerancia sean criterios universalmente aceptados.

Empezaré por decirlo de la manera más clara posible, la agenda LGTBI y de identidad de género no es libertaria, ni en términos generales tiene de nada de liberal, puede haber y de hecho los hay (esta es mi opinión) aspectos a considerar en los que tienen alguna razón, pero la promoción de sus ideas a través del sistema educativo de manera obligatoria, no es para nada parte de la agenda de la libertad.

Expresado esto, y ahora que unos están contentos y otros molestos les diré, no se apresuren a hacerse de conclusiones ligeras tan rápidamente, el asunto es más complejo de lo que parece, les invito a acompañarme en estas reflexiones.

En primer lugar, diré que no se debe promover este tipo de ideas a través del sistema educativo, por las mismas razones por las cuales no debe ser obligatoria la enseñanza religiosa en escuelas y colegios. Así de simple, si entendiste este párrafo es posible que puedas omitir todo lo demás.

Pongamos un ejemplo que nos ayude a explicar lo que hemos dicho

Imaginemos por un momento, que quienes sostienen que las ideas de género deben ser promovidas en todas las entidades educativas tuviesen razón, bajo el supuesto de promover la diversidad y la tolerancia.

De ser cierto aquello, tendríamos también que estar de acuerdo, en que la falta de inclusión de las mismas implica una especie de discriminación arbitraria y además dañina, lo que nos llevaría a preguntarnos nuevamente ¿si existe algún grupo adicional que en función de alguna característica particular haya sido injustamente[1] discriminado por el sistema de una u otra forma? Situación que nos llevaría a concluir, siempre que partamos desde esta premisa, que los indígenas, los afroamericanos, los discapacitados, los niños, los de tercera edad, las mujeres, los obesos, los pobres o desposeídos, los analfabetos, etc., etc., etc., también merecen ser incluidos en esta interminable lista.

Todo esto implicaría también, que sí consentimos la idea de que la discriminación se materializa por la falta de inclusión de este tipo de ideas en el sistema educativo, también y bajo los mismos términos, tendríamos que aceptar  por fuerza de las mismas razones, que debemos incluir sesiones de clases o charlas para hablar sobre negros, mestizos, discapacitados, obesos, pobres, mujeres, niños, altos, bajos, montubios, costeños, serranos, jóvenes, ancianos, cristianos, ateos y otro largo etc., etc., etc., es decir, a hacer de las particularidades de un grupo, minoría o colectivo como ahora suelen llamarlo, todo un programa legislativo, normativo o educativo para remediar tentativamente este aparente problema de discriminación o falta de inclusión.

Con lo que llegaríamos al absurdo de hacer asistir a los estudiantes a clases, ya no para conocer algo sobre matemáticas, historia o emprendimiento, sino para pasarnos ocupados todo el tiempo en hablar de lo infinitamente diverso que es el ser humano.

¿Se deduce de esto que debemos incluir dentro de la agenda educativa explicaciones obligatorias en las que abordamos a todas las variantes del género humano en pro de una difusa inclusión? Todo ello, sin contar con el problema adicional que conlleva el determinar ¿a qué grupos se ha de beneficiar[2]?, ¿quién decidiría que sí o que no? ¿desde qué perspectiva se abordaría?, ¿qué contenidos serían los apropiados?, ¿quiénes impartirían lo que se ha determinado?, ¿de qué forma se llevaría todo esto adelante?, y finalmente, ¿quiénes serían los receptores de esta perspectiva curiosa de la educación?. La respuesta es sencillamente no.

El detalle que debe centrar nuestra atención es que las premisas desde donde parten las argumentaciones de aquellos que defienden esta postura, son equívocas, y es debido a ello, que una vez aceptadas llegan a tan aparentemente lógicas como disparatadas conclusiones.  En palabras sencillas, la discriminación que no deseamos promover dentro del sistema educativo, no se reduce o elimina con una aparente inclusión de textos o sesiones escolares, se promueve efectivamente a través de la promoción general y no particular del respeto y tolerancia hacia el prójimo, sin importar en ningún caso la apariencia u orientación que el mismo posea.

Es decir, dentro del mundo educativo, lo que debería de promoverse es el respeto a las personas, por el único hecho de ser personas, el respeto al prójimo por ser este portador de una dignidad que es común a todo ser humano. 

En síntesis, lo único que hay que promover es el respeto al ser humano sin importar el tipo de manifestaciones particulares que de manera aparente nos hace diferentes. El respeto es hacia la persona y nada más que a la persona, sin distingo de las contingencias que afecten a éste.

En otras palabras, a nuestros hijos en un entorno de educación homogéneo[3] se les debe enseñar a respetar a cualquier ser humano, por el simple hecho de ser, ser humano. Te respeto seas negro, indígena, católico, ateo, pobre o rico, flaco o gordo, mujer o joven, por el hecho cierto e inequívoco, de que eres una persona que merece respeto al igual que yo o cualquier otro.

Expuesto así debemos hacer legislación no para evitar el femicidio (variante ridícula de esta lógica de género), debemos promover legislación para evitar que se comentan crímenes contra las personas sean estas niños, jóvenes, adultos, ancianos, indígenas, lesbianas, transgéneros, flacos, gordos, pobres o ricos, caso contrario tendríamos que legislar para evitar el niñicidio, jovenicidio, adulticidio, ancianicidio, indigenicidio, lesbinicidio, transgenericidio, flaquicidio, gordicio, pobricidio, riquicidio y otro largo, etc., que de paso sería tan extenso como extensa es la variedad de particularidades del género humano.

Alternativas más eficaces para promover la coexistencia humana

Expuesto lo anterior quisiera reflexionar sobre soluciones más eficaces para promover de mejor manera la coexistencia humana, una vez que ya hemos analizado un poco las implicaciones que sobre el día a día generan este tipo de premisas.

En pocas palabras, la mejor solución que poseemos bajo el esquema actual de educación es intentar no promover agenda alguna sea ésta cristiana, de género, particular o militar, etc., etc., etc., puesto que vivimos bajo un sistema que involucra a todos de manera lamentablemente obligatoria, y del cual nadie puede escapar. Nuestra educación señores, la deciden los gobiernos de turno, bajo la muy escasa y difusa legitimidad que les otorga el sistema democrático, no escapa en ningún momento a los defectos del accionar político, y además, está cargada de la agenda valórica de quienes ahora están en el poder. Ejemplos claros de esto son la inclusión de palabrejas como Pachamama, Sumak Kawsay y derechos de la naturaleza que por cierto, sí tienen efectos sobre el mundo que nos rodea. Todo ello sin contar, que sea el che Guevara asesino de ingrata recordación quien da consejos a nuestros hijos, a través de las páginas en los libros de textos sociales.

¿Qué opciones tenemos?

Una muy simple y sencilla, y no por ello menos efectiva: Permitir que la educación de nuestros hijos sea la que nosotros deseamos a través de la promoción de un sistema de educación libre en la que cada uno de nosotros encuentre lo que mejor se ajuste a lo que consideramos importante.

En mundo de educación libre podrías tener unidades educativas en las que tus hijos no reciban educación religiosa, y otras en las que ese sea el fin declarado de la entidad, podrías hallar unidades educativas en las que se hable de equidad de género si es que a ti eso te sienta bien, y siempre que así lo prefieras, sin obligar nunca a aquellos que no desean a recibir ese tipo de educación. En un modelo de educación libre[4], los contenidos y valores los deciden los directamente involucrados y afectados, en éste todos se verían mejor representados. Tu visión y la forma en que te ves reflejado en el mundo encontrarían un mejor escenario en el que este se vea materializado.

En pocas palabras, no necesitamos incluir mensajes de ningún grupo humano, sea este mayoritario o minoritario en nuestras escuelas o colegios. Debemos simplemente, promover que los miembros de la sociedad vean reflejados en el mundo educativo los contenidos y valores que ellos consideran apropiados, situación que sólo sería posible en un entorno en que la educación es libre.

En este escenario de libertad ni estado, ni iglesia o grupo alguno impondría su agenda, más bien la verían reflejada en la diversidad de fórmulas académicas a las que sólo la libertad educativa puede dar lugar. En este escenario la rectoría de la educación sería arrebatada de las manos del estado, y pasaría a estar en nuestras manos, haciendo que cristianos y no cristianos, heterosexuales y no heterosexuales, e incluso activistas de las más variadas causas encuentren una representación más fiel y acorde al modelo de sociedad en la que cada uno desea vivir.

En conclusión, y para que no quede duda alguna, lo que necesitamos es libertad educativa, educación libre, libertad para educar, educar en libertad, y todas las manifestaciones creativas a las que ésta da lugar. Solo bajo ese sistema estaremos todos contentos y las diversas manifestaciones del género humano se verán mejor representadas.

Finalmente, y traspasando un poquito los objetivos iniciales de este escrito, una solución también efectiva y alternativa para mejorar nuestra convivencia, es la de permitir a los miembros de cada provincia o ciudad, que no decidan sólo sobre la educación que desean tener, sino también bajo qué tipo de reglas desean convivir. Situación que permitiría que todos puedan escoger dentro de un abanico más diverso, el lugar donde vivir que se acoja a los valores y creencias que son representaciones más fieles del mundo con el que sueñan. A esto le llamamos ciudades libres, algo que personalmente promuevo, pero que ya es materia de otro escrito.

Como última declaración, ¿quiere esto decir que si un plantel educativo del sector privado de manera libre y voluntaria desea promover la ideología de género en sus aulas está en su derecho? desde luego que sí, de la misma manera que cualquier otra institución privada puede negarse rotundamente a impartir este tipo de contenidos, sin más justificación que la de ser una institución que decide que es lo que considera adecuado para la formación de sus estudiantes. Siempre y en todo momento tomando en cuenta que no podrán ni una ni otra institución escapar a las consecuencias prácticas que sus decisiones tendrán sobre su propio futuro. 


Pd: La libertad implica aceptar comportamientos de terceros que no necesariamente nos agradan. Con un poco más de tolerancia y respeto haríamos de este un mundo mejor.

Un fuerte abrazo y seguimos conversando,

Joselo Andrade Rada









[1] Aquí el concepto que tengamos de justicia es central, no en vano se ha dicho que los conceptos son campos de batalla. El autor encuentra mecanismos alternativos que posibilitan el mejor desarrollo de la coexistencia pacífica. Durante el transcurso del ensayo se verán estos reflejados.
[2] La sola existencia de una cuota de contenido generaría toda una gama de lobbies y grupos de presión en favor de la inclusión de las ideas y programas que cada grupo o minoría consideraría adecuado. Para finalmente ser capturados por la lógica del accionar político.

[3] Explicaré en líneas posteriores a que me refiero con educación homogénea.
[4] Para quienes desean saber más sobre educación aquí dejo un artículo que escribí al respecto y que mantiene total vigencia: http://joseloandraderada.blogspot.com/2015/07/para-no-fosilizar-aun-mas-nuestro.html

3 Comentarios

  1. I enjoyed reading your post thanks for sharing it,

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  2. Muy buen analisis, lo que me impacta es que el gobierno no le importa, "Que grupo se esta beneficiando?" Esto ha sido así con los religiosos. Un sistema educativo básico es justamente eso para aprender matematicas y ciencias. Las subramas del pensamiento, la etica y la moral son cosas que uno aprende en el hogar y elige después en base la experiencia, o en el caso de volverlo una disciplina como la filosofía.

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  3. This post is absolutely brilliant! Thank you so much for sharing!

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