No ha sido una, ni dos, ni tres
veces las ocasiones en las que hemos escuchado invocar “al espíritu de Montecristi” como referente de la ruta que debió
seguir el Ecuador y de la que se desvió el ex presidente Correa. Hemos sido testigos de como en medios de
comunicación y a través de analistas políticos se cita a éste, cual guía para
el camino de los ecuatorianos. Consciente
de tan craso error, hoy quiero pedir a todos los ecuatorianos que invoquemos a
todos los santos (es sólo una expresión) y a todos los dioses para que de manera
urgente exorcicemos del Ecuador a aquel maldito
espíritu que dio lugar a la mayoría de los males que los ecuatorianos hemos
vivido a lo largo de la no en vano denominada década espantosa.
Crónica de una muerte anunciada
Cual novela del inmortal Gabriel
García Márquez no fueron pocos los ecuatorianos que visualizaron más de una
década atrás como el demonio socialista del siglo 21 se cernía sobre el Ecuador,
una vez que la candidatura del ahora ex presidente Correa, se anunciaba con
bombos y platillos cual panacea que resolvería todos los males de nuestro país.
En la Venezuela del año 2005 al
igual que en el Ecuador de aquel tiempo era normal leer en sus calles la
expresión “que se vayan todos”. De lo que no todos estaban conscientes era de que con este
tipo de expresiones se estaba labrando el camino que demandaba la franquicia socialista. Ésta básicamente consistía en el relanzamiento
del socialismo (en 1989 había fracasado el socialismo real con la caída del
muro de Berlín y en el mundo entero éste había caído en total descrédito) desde
ahora se llamaría socialismo del siglo 21, en la toma del poder por vías aparentemente
democráticas para al poco tiempo terminar con ella (nótese que esto era
necesario por una sola ocasión, tiempo después bastaría con consecutivos fraudes
electorales), de concentrar el poder
en manos del ejecutivo a través de una asamblea
constituyente, y en ella (la asamblea)
incluir un nuevo poder que iba a facilitar el aterrizaje de esta última
idea, la inclusión del Consejo de Participación
Ciudadana que según el libreto establecido desde Cuba, permitiría al presidente
designar a gente de su extrema confianza para evitar la fiscalización, blindar al gobierno de todo tipo de
potenciales amenazas y en suma gobernar sin el freno de los contrapesos
republicanos.
Finalmente era necesario establecer una ley de comunicación (ley mordaza) que impidiera denunciar los actos de corrupción, incautar medios de comunicación no afines o quitarles los permisos de transmisión, así como sacar del aire a aquellos periodistas que interfirieran con la construcción de la jaula totalitaria, criminalizar la protesta ciudadana, enunciar la existencia de un enemigo con el cual estar en continua lucha (la prensa corrupta, y los poderes fácticos), insistir en que la factura (de la mesa servida) sólo la pagarían los más ricos, establecer alianzas internacionales entre los países del eje socialista, establecer un estado de propaganda y para eternizar el sistema, incluir la maléfica idea de la reelección indefinida.
Finalmente era necesario establecer una ley de comunicación (ley mordaza) que impidiera denunciar los actos de corrupción, incautar medios de comunicación no afines o quitarles los permisos de transmisión, así como sacar del aire a aquellos periodistas que interfirieran con la construcción de la jaula totalitaria, criminalizar la protesta ciudadana, enunciar la existencia de un enemigo con el cual estar en continua lucha (la prensa corrupta, y los poderes fácticos), insistir en que la factura (de la mesa servida) sólo la pagarían los más ricos, establecer alianzas internacionales entre los países del eje socialista, establecer un estado de propaganda y para eternizar el sistema, incluir la maléfica idea de la reelección indefinida.
Una vez instalado en el poder Rafael
Correa sólo necesitó seguir el libreto, en él era esencial la puesta en marcha
de una Asamblea Constituyente de Plenos Poderes,
pues sin ella el desarme de la poca institucionalidad existente, entiéndase
independencia de poderes, e imperio de la ley (nótese que estas nunca echaron
raíces realmente en el Ecuador) no hubiese sido posible.
La Asamblea Constituyente y el Espíritu de Montecristi
La idea de la constituyente fue el
resultado de la venta de un producto muy bien publicitado, aunque con
resultados terribles para quien lo comprara. Al igual que la idea nazi de que
los judíos eran los culpables de gran parte de los problemas que existían en
Alemania, a través de un estado de propaganda mejor calibrado que reloj suizo,
se hizo creer a los ecuatorianos que todo aquello que vivimos en el pasado fue
nefasto, antes de ellos el infierno, con ellos la refundación. Las mentes lúcidas, los corazones ardientes y
las manos limpias lo arreglarían todo. ¡Vaya fatalidad!
Hoy al invocar al maldito espíritu de Montecristi caemos
en el error fatal de no entender lo que nos pasó más de
una década atrás. Lo que sucedió en Ecuador es en gran parte culpa de ese maldito
espíritu en el que ideas socialistas
permearon a lo largo y ancho de todo el sistema. La concentración de poderes, la falta de libertades,
la reelección indefinida, el autoritarismo, la persecución política, el estado hipertrofiado,
el endeudamiento sin fin (aún vivimos en él), el estado de propaganda, la
mentira, la inclusión de antivalores (la educación e ideas que ahora pululan en
la juventud ecuatoriana es uno de los peores legados revolucionarios), la
crisis económica y la división que sembró la revolución entre familia y amigos
de toda la vida se deben a las ideas
contenidas en Montecristi. De aquel
maldito espíritu, no sólo la década robada o perdida, sino también el tiempo
que tardaremos en recomponer nuestra economía y el tejido empresarial tan
necesario para salir del abismo en que nos encontramos inmersos. Si alguna esperanza tiene el Ecuador de sacar
provecho de esta terrible experiencia primero debemos entender realmente que
sucedió durante este tan nefasto como espantoso período.
La intelectualidad y líderes de
opinión tienen casi la obligación moral de realizarle una autopsia al socialismo de todos los tiempos, puesto que sólo de
éste surgen aquellos espíritus que han plagado de atraso y miseria a América
Latina. Los glas, los patiños, los
larreas, los alvarados, los serranos, los corderos, las sumisas, los come cheques
o el aborregamiento de una parte de los ecuatorianos sólo son la punta del
iceberg que genera el socialismo en una sociedad.
No es ni el espíritu de
Montecristi, ni un Lenín Moreno llegado por la ventana (y poseído por aquel maldito
espíritu) lo que nos colocará en la senda que terminamos de perder más de una década
atrás. Es el entendimiento de que fue aquello que ocurrió en tierra ecuatoriana
y venezolana, más la inclusión de cuales son las prácticas de aquellas sociedades
que han abandonado la sombra de la pobreza y ahora disfrutan de elevados niveles
de prosperidad, lo que necesitamos en nuestro país. Más Hayek y menos Keynes,
más reflexión y mayor libertad.
Al espíritu de Montecristi yo le digo va de retro satanás, maldito espíritu,
espero te fundas en el mismo infierno en el que ahora pagan sus atrocidades personajes
de ingrata recordación como Marx, Stalin, Chávez, Hitler o Castro.
Seguimos conversando,
Joselo Andrade Rada
Excelente análisis..gracias
ResponderEliminarGracias a ti Patricio por leerlo.
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