Ahora que los tonos empiezan a
elevarse y en las mismas trincheras del liberalismo libertario, se escuchan los
cantos de sirena de la ideología de género, quisiera expresar a esta comunidad
y a la sociedad en general las razones por las cuales la ideología de género no
sólo no es liberal, sino por el contrario, es parte de la trasnochada agenda de
lo que se conoce hoy como marxismo cultural.
4 razones no libertarias utilizadas como bandera
Victimismo
El victimismo no es liberal o
libertario. La idea de grupos vulnerables
que sólo superan un problema supuesto, tras la intervención del estado, es marxistoide
o por lo menos socialista. Esta teórica
vulneración de derechos según los proponentes de esta idea, sólo encuentra
solución en la inclusión y obligatoriedad de esta visión de las cosas, en todos
los textos escolares a través de la imposición del estado. Su visión del mundo
tiene que ser compartida por todos, crean o no en ella. Desde luego, tolerar,
respetar y promover no puede ser equivalente a obligar. La universalización de
una visión por la vía de la imposición o fuerza no es libertaria.
Discriminación
Discriminar está en el ADN humano
y por cierto, en la mayoría de los casos para bien. Discriminar es natural.
Discriminar es elegir entre algunas alternativas. Discrimino (elijo) cuando
compro un auto, cuando compro una marca de pasta de dientes, cuando realizo un
casting para una campaña publicitaria, cuando escojo un hotel, cuando elijo a
mis amigos, a mi pareja e incluso cuando decido con quien estar en la cama.
El detalle con esta idea es que a los miembros de este grupo en particular no se le puede o debe discriminar, ellos son diferentes.
Desarrollemos un poco este tema.
No es que sea deseable que a
cierto grupo humano se lo trate de tal o cual manera, sucede simplemente que no
podemos obligar a otros a que nos traten como queremos ser tratados, salvo en
el ámbito de la ley. La única igualdad posible y liberal es la de la igualdad
ante la ley.
Mientras la capacidad de elección se encuentre en el ámbito de la libertad, la gente puede escoger en libertad no unirte al grupo, e incluso no incluirte en su espacio de trabajo, etc., de hecho, eso es lo que implica la defensa de la libertad, que existan escenarios que no te agraden pero que tengas que respetar o simplemente aceptar. Con la misma legitimidad que escoges con quien compartes las noches, y en ese sentido “no eres incluyente” puesto que decides quien sí y quien no, tienes el derecho a excluir o incluir en tu grupo a quien consideres basado en las razones que tu y sólo tu has determinado.
Mientras la capacidad de elección se encuentre en el ámbito de la libertad, la gente puede escoger en libertad no unirte al grupo, e incluso no incluirte en su espacio de trabajo, etc., de hecho, eso es lo que implica la defensa de la libertad, que existan escenarios que no te agraden pero que tengas que respetar o simplemente aceptar. Con la misma legitimidad que escoges con quien compartes las noches, y en ese sentido “no eres incluyente” puesto que decides quien sí y quien no, tienes el derecho a excluir o incluir en tu grupo a quien consideres basado en las razones que tu y sólo tu has determinado.
La solución de los proponentes de
la ideología de género es tener una legislación especial, particular o con
privilegios para obligar, una vez más a quienes no comparten su visión a
incluirlos vía legislación coercitiva, o en su defecto, tener una cuota de participación.
El problema con las cuotas, entre
otras cosas, es que más allá de no ser liberales o libertarias, no permiten a
las empresas llevar a cabo su misión, propuesta de valor o razón de ser, para
pasar a ser, el mecanismo de igualación de acceso al trabajo. Idea por cierto socialista
y contraria a la prosperidad. En una sociedad libre hay mecanismos mucho más
idóneos de inclusión y promoción del ser humano, que son coherentes con la idea
de libertad y elección de los proyectos de vida de todos, todos, todos los
participantes.
¿Ser
o no ser?
La idea pareciese ser que tienen
derecho a ser denominados como ellos quieran. Bien, pero entre amigos, entre conocidos, por quienes tratan contigo y desean
gozar de tu aprecio. Porque no existe tal cosa como el derecho a que me llamen
o denominen como yo deseo para todos aquellos que traten conmigo ocasional o
periódicamente. Pongamos un ejemplo: ¿Qué les parece si el día de mañana
sostengo que yo soy el alcalde de la ciudad? Qué así lo siento y que tienen todos la
obligación de llamarme así. Caso contrario vulneran un derecho que yo poseo (creo poseer) y
además tengo la posibilidad, de transgredido este supuesto derecho, llevarlos
a juicio, y; reconocido el hecho cierto de que no me llaman rey del planeta,
los pueda meter presos.
Es posible que el que deseen ser
llamados o denominados de cierta manera no sea un gran problema. Pero lo que no
es liberal, es obligar a que otros te llamen de cierta forma, so pena de juicio
o cárcel. Como dije algunos párrafos atrás, discriminar está en el ser humano;
y la solución propuesta desde esta ideología, es generalmente del tipo: si no me llamas en la forma
en que yo deseo, te puedo llevar a la cárcel puesto que hay una legislación que
me respalda.
¿Lenguaje?
Los socialistas del siglo 21
tuvieron mucho éxito en incluir dentro del lenguaje político los tan mentados “las
y los” al inicio de sus discursos. Pero, como si eso no fuese suficiente, ahora
los seguidores de la ideología de género desean incluir “lxs” so pretexto de
llamarlo lenguaje inclusivo. Oh sorpresa, la misma intención tenían los
socialistas de todos los tiempos a incluir “las” en el lenguaje ordinario y político.
Aquí el símil podría ser el de un
club, si entre ellos desean hablarse así, ese no es nuestro problema. El
problema es cuando se desea obligar a los no miembros del club, a incluir su
terminología (la de género) en el lenguaje común.
Lamentablemente este hecho, no es
algo de tomarse tan a la ligera, como una vez escuché a Axel Kaiser, los
conceptos son campos de batalla, y es a través de estos aparentemente
insignificantes detalles que pasamos de entender por “a” a “b”. Como si se
tratase de una neolengua al estilo orwelliano, esta terminología perroflauta
(así la llamaba Fernando Díaz Villanueva) tiene su razón de ser, y su razón de ser,
es hacerte pensar diferente, no en el buen sentido de la palabra. Es hacerte
llegar a aceptar como aceptable ciertas cosas que realmente no lo son. Me
refiero por ejemplo a la idea de victimismo, que encuentra mejores soluciones
en un mundo sin imposiciones y con libertad.
La
solución liberal
La apuesta liberal libertaria pasa
por creer en la libertad y lo que en libertad se puede llegar a lograr. En educación no se debería incluir, salvo
que los directamente involucrados así lo deseen, una perspectiva de vida que
sólo ellos compartan. Si se considerase obligatoria la agenda de género, o el
enfoque de género como suele denominársele, tendríamos también que consentir
que existen otros tantos grupos vulnerables que también tienen los mismos
privilegios. Entiéndase por ello, los indígenas, negros, ancianos, niños, personas
con capacidades especiales, etc. Con lo cual la hora de clase en la escuela
o colegio, haría de todo menos incluir contenido académico. Es decir,
tendríamos que hablar del ser humano en su amplia diversidad o situación contingente
y hablar de los derechos de cada uno de los grupos que, por cierto, van
cambiando con el tiempo (según esta perspectiva) en la medida que el ser humano pasa de niño, a adolescente, luego a
adulto y finalmente a anciano. Sólo por poner un ejemplo.
Lo que tiene que haber en la
educación es la promoción del respeto a la persona. Esta sí una sola. Persona
que puede ser baja, alta, creyente, no creyente, de cierto color de piel o
condición social, con ciertas preferencias en lo sexual o de cierta edad en
particular. Toda esa diversidad es sólo una característica mas de la condición
humana. Es el ser humano el poseedor de los derechos, no su manifestación temporal
o contingente. Si promovemos el respeto a la persona, no tendremos que
preocuparnos por si este es religioso, niño o transgénero. Seguro viviremos en
una sociedad mejor.
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