Lo que a continuación voy a
escribir es una opinión: Como tal falible pero que intenta ser reflexiva, tolerante
y sin ánimo alguno de herir susceptibilidades.
Es posible que la acción de
despedir a un agente de tránsito haya cruzado la línea de la proporcionalidad en
ello puedo estar de acuerdo, sin embargo, creo
que el enfoque general de la discusión (del perro que murió y en cuyo
desenlace el agente de tránsito de la ciudad de Quito jugó cierto rol) no ha sido precisamente el adecuado.
El problema no es sólo que un animal ahora este muerto, por cierto,
manifestación visible de una situación cuyas raíces tienen causas mucho más profundas.
El problema es que hoy la regulación de las acciones privadas, haya llegado al
extremo de no permitir a las personas tomar decisiones en libertad. Es decir, si
quiero ir en el balde de una camioneta o no llevar cinturón de seguridad por poner
otro ejemplo, se trata de una decisión personal que sólo atañe a quien realiza dichas
acciones, y que además debe ser tomada en total libertad. Si alguien desea ir
en el balde de una camioneta a sabiendas de los riesgos implícitos en éste, esa es una decisión que debe descansar en
uno, no en la autoridad. El problema principal aquí es que las autoridades,
y la legislación que puede ser cualquier
cosa que un grupo de asambleístas determine, sí, así como se lee: ¡cualquier
cosa! Están por encima de las decisiones y derechos individuales de las
personas de carne y hueso.
El atropello, el abuso de autoridad,
la discrecionalidad, la aparente falta de sentido común, o humanidad, autoridades
de tránsito diciéndote que debes y que no debes hacer cual si fuésemos niños
carentes de criterio, e incluso el pobre animal muerto son sólo manifestaciones
de no analizar, reflexionar y quejarnos sobre el hecho que subyace en todo
esto: el que no debemos depositar nuestra fe ciega en la legislación y el
estado, pues existen cosas sobre las que
no debería legislarse tales como que hacer con tu vida y tu propiedad siempre
que respetes los derechos de los demás.
La errónea creencia de que hay
que respetar a ciegas todo aquello que se llame ley (entiéndase legislación) y, además el esperar que sean las autoridades
las que determinen qué es o qué no es lo
correcto, nos ha llevado a la situación particular (destaco el hecho
particular pues sólo es la punta del iceberg) de que en esta ocasión tengamos a
un perro muerto y a un agente de tránsito despedido.
Recordemos por un lado que lo
actuado por Adolfo Hitler se hizo en
apego a la legislación por los nazis elaborada, y que muchas de las
acciones de la revolución ciudadana fueron posibles dentro de un estado de
legalidad, más no de derecho. La jaula
totalitaria de la que somos víctimas los ecuatorianos por continuar con el
ejemplo fue creada por la gente de Alianza País en muchos casos manejándose dentro
de los cánones legislativos por ellos diseñados. Lo que muestra claramente que
las autoridades haciendo respetar la ley (legislación) no necesariamente están haciendo lo que es justo y correcto. Pues
lo que es justo y correcto es aquello que reconoce que los seres humanos
tenemos ciertos derechos que no son materia de legislación, y que dentro de esa
esfera de derechos: vida, libertad y propiedad no debe, ni debería autoridad
alguna decirnos que hacer. Reiterando nuevamente la expresión: siempre que se
respeten los derechos del prójimo.
Para finalizar si pudiese resumir la intención de este escrito, lo
expresaría de la siguiente manera:
A mi ninguna autoridad me tiene
que decir que hacer o no hacer dentro de mi vehículo (situación particular) o
con mi vida, esa es una decisión personal y sobre la que no tengo que rendirle
cuentas a ningún agente o autoridad siempre que respete la norma máxima de
convivencia: respetar los derechos del prójimo de la misma manera en que espero
sean respetados los míos.
Con ello, sólo resta decir que la
muerte del perro en cuestión y la pérdida del empleo por parte del agente de
tránsito son sólo (y lamentables, por cierto) manifestaciones de un sistema en
el que los derechos individuales de las personas son ultrajados por los estados,
y sobre la que los ciudadanos hemos retrocedido en la defensa de nuestra
libertad.
Seguimos conversando,
Joselo Andrade Rada
Estoy totalmente de acuerdo con su criterio, pues mientras en las decisiones que tomemos no hagamos daño ni perjudiquemos a nadie. no debería existir prohibición o multa. Como ejemplo pongo el caso del suicidio.
ResponderEliminarlo máximo.... !!
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